Nada.

Hay veces (muy frecuentemente) quisiera no existir. Me miro al espejo y pienso que nunca voy a llegar a mi meta. Nunca va a ser suficiente. Pero miro el ahora, el presente y no puedo creer lo gorda que estoy. Sentir la grasa de mi cuerpo me pone paranoica. Vivir en este cuerpo cada día se hace más dificil. Y lo peor es ponerme a pensar que no puedo dejarlo. Veo a chicas tan delgadas pasear por las calles y me pregunto ¿Por qué no puedo ser así? ¿Por qué tengo que ser una vaca enorme? Odio cada centimetro de mi asqueroso cuerpo. Me odio a mí. Es un sentimiento inevitable. Quiero alejarme de todo el mundo. Quiero silencio. No quiero amigas, no quiero familia, no quiero psicologos. Quiero la nada. Pero no puedo alejarme de mis problemas, tengo que enfrentarlos día a día. Pero llega un momento en que ya no puedo más. No sé que es lo quiero, no sé si quiero seguir con esto. Pero no puedo dejarlo. En Ana encuentro un alivio a mis problemas. Aunque no del todo, confío ciegamente en ella. El sufrimiento es inmenso. ¿Hasta cuando?